《No
tendrás palabras para nombrar este dolor.
Nos
aseguraremos de que nadie
te
escuche si un día decides gritar;
y
que si lo haces,
no
te entiendan.
Vamos
a poner una alambrada
que
delimite tu verdad;
y
cuando quieras más,
será
esta bóveda de cristal
la
que te diga "para".
Serás
madre,
hija,
hermana.
Y
antes de ser amante,
novia,
mujer,
esclava;
serás
puta,
santa,
objeto.
Cada
parte de tu cuerpo
será
mucho más que eso,
pero
no lo será para ti.
A
los ojos del resto tendrás que cubrirte.
Dirás
que no
aunque
te puedan las ganas,
pero
recuerda
que
cuando lo digas en serio,
no
valdrá de nada.
Haremos
de tu cuerpo
una
cuestión de estado,
un
terreno de hombres.
Decidiremos
que entra y que sale de tus piernas,
y
te sabrás impura,
sucia
y
culpable
cada
vez que alguien hable,
toque,
vea
o
imagine tu sexo.
Ah,
recuerda
que
también tendremos que opinar sobre tu sexo,
y
así diremos cómo debes depilarte,
cómo
no has de tocarte ni darte placer;
y
cuando entre el orgasmo en juego,
recuerda
que lo único que importa
es
que lo alcancen ellos.
No
sólo te diremos cómo,
sino
cuándo y con quién,
y
tú callarás,
porque
así estás más guapa.
Porque
eso será todo lo que tienes que ser.
No
te queremos inteligente,
ni
lista,
ni
libre,
ni
autónoma,
ni
decidida.
Te
queremos dudosa, frágil, callada.
Te
queremos con miedo.
Miedo
a ti, sobretodo;
no
seas que un día
descubras
que eres capaz,
no
sea que un día te des cuenta
de
que tú eres suficiente.
Suficientemente
fuerte,
suficientemente
entera,
completa,
dispuesta y habil.
No
sea que un día descubras
que
ser mujer en un mundo de hombres
significa
luchar.
No
sea que un día lo descubras
y
te unas por tu libertad.
No
sea que un día vueles fuera de esta jaula
a
la que te hago llamar hogar.》
-
dijeron todos.
Y
en el eco de sus voces lo que más me dolió fue reconocer la de
todos los hombres que conozco.
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