lunes, 22 de mayo de 2017

Ya no sé poner nombre a mis poemas.

Exponer el manzano a la caducidad del mundo, 
encontrar un perro en la calle
y ladrarle como diciendo 
"voy a entenderte en un mundo de humanos". 

Tender la mano a un extraño, 
ayudar a olvidar a alguien 
siendo el clavo 
que no llega a clavarse. 

Deshacer la escarcha 
y presumir de hielo.

Volver a recordarte 
que ya no te duelen las llagas, 
supurar autenticidad por cada poro de tu piel 
hasta desangrarte. 
Besar sus lagrimas en vez de llorarle.

Pedir perdón, 
perdonar, 
perdonarte. 

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