domingo, 8 de abril de 2018

Macarena.

Unto los dedos en mermelada de frambuesa, 
esparzo mi lengua contra las migajas del suelo, 
y voy notando las huellas que dejó 
sobre este tablao´ 
el zapateo del flamenco 
de la chica de piernas largas, 
de la mujer de mirada serena. 

Macarena. 

Y su pulso al mundo, 
y su inmensidad al baile, 
y su cansancio frente a las oportunidades 
que te ofrecen escondiendo la licencia de aprovecharte, 
de rebañarte y lamerte como si fueras un pedazo de carne. 

Macarena, 
y sus piernas gigantes 
con la entereza del taconeo doble 
sobre las lamas de madera, 
y su tristeza asumida
al tener que cargar con las miradas 
para poder alimentar a su hija, 
para poder perdonar a su madre, 
para poder evitar dar a su descendencia 
la herencia de hambre.

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